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Ayer curioseando en unas baldas encontré un libro que estaba con el polvo correspondiente a los objetos olvidados tras otros de mayor tamaño. Este libro se titula “Cuentos filosóficos de la India”, de Enrique Gallud Jardiel, (Miraguano Ediciones).En él aparecen las típicas y tradicionales historias breves que llevan consigo una especie de fábula.

No suelo ser muy fan de este tipo de lecturas pero indagando un poco, he encontrado un pequeño relato que me ha gustado y el cual me parece muy práctico para poder enseñar a los peques a entender de qué va esto que se comparte en este blog. De qué va la Atención Eficiente.

La correcta Atención tiene la cualidad de “iluminar”, de destacar aquello que merece ser atendido. Sería como el foco que se enciende de noche para iluminar un objeto. Previo a encender la luz, el objeto no hacía parte del presente o del campo de cognición en ese instante, podríamos decir incluso, que ese objeto no existía. Al iluminarlo, sin embargo, el objeto se hace relevante y predomina sobre los demás objetos.

Por lo tanto, todo lo que no se atiende (ya sean pensamientos, objetos, sentimientos,…), no existe en el campo de cognición y se convierte en información innecesaria.

Para entender esto bien, aquí comparto el relato que aparece en el libro con el título de “La perfecta Atención”.

El príncipe Arjuna fue un gran guerrero y resultó vencedor en la gloriosa batalla de Kurukshetra. Había tenido al maestro Dronacharya como encargado de instruirlo en la ciencia de las armas. Pero aquel maestro le había enseñado muchas más cosas.

En cierta ocasión se hallaban varios jóvenes aprendiendo el tiro con arco bajo su supervisión y Arjuna, desde lejos, contemplaba la escena. La práctica era en extremo difícil, pues el blanco era móvil, pequeño y se hallaba a gran distancia. Consistía en un pájaro de madera con plumas que colgaba de la rama de un árbol. El viento lo movía y el objetivo consistía en acertar de lleno en su ojo. 

Todos los discípulos lo intentaron una y otra vez sin éxito. Dronacharya habló entonces:

– ¿Qué es exactamente lo que veis al apuntar?- les preguntó.

– Señor, veo el pájaro en movimiento, con su cuerpo, sus plumas, su cabeza y su pico- dijo uno.

– Yo veo también la rama de la que pende el hilo- añadió otro.

Entonces Dronacharya llamó a Arjuna y le ordenó que disparara su arco.

Éste así lo hizo y la flecha fue a dar precisamente en la diana, ante la admiración de todos.

– Di a tus compañeros de qué color era el plumaje del pájaro- le pidió el maestro.

– No lo sé, maestro- replicó Arjuna.

– ¿En qué dirección volaba?

– Tampoco lo sé.

– ¿Qué variedad de árbol era aquel del cual colgaba la diana?

– Lo ignoro, señor.

– ¿Qué veías entonces?

Y Arjuna contestó:

– No podría decir nada sobre el árbol, el pájaro o lo que le rodeaba, puesto que únicamente tenía mi atención y mi mirada puestas en su ojo.

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