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Acabo de entregar un trabajo para la universidad que trataba sobre el “perdón”.

El trabajo consistía en leer un artículo, hacer una crítica y plantear una actividad que trabajara el perdón en alguno de los niveles de primaria.

Dentro del artículo los autores plantean que el perdón tiene 3 fases:

  1. EL MAL Y SU DOLOR

Fase que se centra en el reconocimiento del daño sin negarlo ni caer en justificaciones.

  1. LA DIGNIDAD Y LA ESPERANZA

No pasar de ser víctimas a agresores/as. Ayudar a recobrar la dignidad de la persona agredida o agresora.

  1. LA CONCIENCIA DEL PERDÓN: EL GOZO DE ENCONTRARSE EN PAZ

Posibilidad de restitución y reconciliación.

Como curiosidad, ha sido interesante la lectura del artículo, pero como bien he expresado en la tarea, me ha parecido un tanto teórica e intelectual.

Bajo mi punto de vista, el perdón es una comprensión que, como todas, ocurre más allá de la propia voluntad, anhelo o necesidad personal. El perdón es convertir el dolor en aprendizaje.

Muchísimas personas arrastramos heridas de la infancia que molestan a veces, que voluntariamente no podemos curar. Hacemos trabajo personal, cursos de autoconocimiento, terapias diversas en las que removemos historias del pasado, leemos libros de auto-ayuda, etcétera y poco funciona, lo que demuestra que por más que pongamos la voluntad, el perdón no aparece.

Cuando nos sentimos heridos/as, nadie, ni tan siquiera nosotros/as mismos/as, puede negar ni justificar el dolor. El sentimiento, sea cual sea este, jamás puede negarse, pues hacerlo es cerrar una herida en falso que con el tiempo acabará infectándose y creando más complicaciones. Por eso, el dolor, así como la alegría, hay que vivirlo hasta el final, hasta que ya no quede un cartucho por quemar y aceptar cuando ya termina.

Todo tiene un tiempo y un proceso. No se deben anular las emociones así como tampoco prolongarlas en exceso.

Recuerdo cuando de pequeña había algún conflicto con algún amiguito/a y la profe nos obligaba enseguida a pedir perdón. Si ella consideraba que el perdón no había sido sentido de corazón, insistía en que había que pedir perdón “correctamente”.Entonces, el malestar de la persona herida, la cual aún no había hecho su proceso, junto con la frustración de la persona que había infringido el dolor por no pedir perdón “correctamente”, llevaban a que la profesora concluyera el conflicto obligándonos a darnos un beso como símbolo de reconciliación.

¡En fin! La verdad que vivir y gestionar el dolor con dignidad y sin victimismo es de las cosas más complicadas de lograr.

La forma más digna de vivir el dolor es convertirlo en vehículo de aprendizaje; no permitir que invada todas las áreas de la vida o dure más tiempo del que corresponde.

Nada admiro más de las personas que la habilidad de la fuerza interior y la resiliencia para caer y levantarse tantas veces como la vida lo demande. Nada admiro más de las personas que la habilidad de la compasión consigo mismos/as y con las demás personas que les hace ser capaces de perdonarse y perdonar sin que quede huella ninguna.

Eso es realmente entrega y ponerse a los pies de los mandamientos de la vida. Eso es saber vivir en actitud inegoísta.

Enseñemos entonces a aprender del dolor, a sacar herramientas y habilidades innatas de las situaciones más complicadas. Convirtamos el dolor en maestro de vida, sin miedo a equivocarnos, sin culpas, justificaciones ni victimismos. Quizás así ya no haya por qué perdonarse. Quizás así no haya que perdonar a nadie

 

BIBLIOGRAFÍA

Los límites de las modas educativas y la condición humana. Un hueco para la educación de las grandes experiencias: el perdón” por María del Rosario GONZÁLEZ MARTÍN y Juan Luis FUENTES. Universidad Complutense de Madrid. Revista de pedagogía, año LXX, nº 253, septiembre-diciembre 2012, 479-493.

Recuperado de: https://revistadepedagogia.org/wp-content/uploads/2012/09/253-05.pdf

*Foto cabecera: billycm.    https://pixabay.com/es/photos/ni%C3%B1a-ni%C3%B1o-hermano-pobres-tugurios-2754233/

Esta entrada tiene 6 comentarios

  1. “Pediros perdón”Una frase que a la mayoría de los adultos les nace cuando dos peques se pelean. Y la mayoría de las veces,piden perdón para que les dejen tranquilos. A veces,solo es necesario mirar al “agresor” para darse cuenta que ya es consciente del daño causado. Y,después de un rato, los niños son los que se perdonan sin necesidad de la intervención de ningún adulto. Supongo que es allí cuando surge el aprendizaje

    1. Claro Ascen…
      Eso es, a veces las que sufrimos más somos las personas adultas. O también, obligamos a que hagan cosas con intención de enseñar “valores”.
      Pero en muchas ocasiones intervenimos en procesos ajenos, sin permitir que aprendan por sí mismos/as.
      Como dices también, a veces con mirar a la cara de quien ha infringido un daño ya vemos su arrepentimiento u otras tantas sensaciones, así que, para echar más leña al fuego. En ocasiones llevamos a las personas (en este caso a los y las peques) a sentirse culpables. Y desde nuestro punto de vista lo que vale es comprender y no fomentar hábitos.
      Gracias sol, un gran abrazo

  2. Quizás es perdón sea la capacidad de despojarse de toda expectativa, una vez reconocido el dolor, cuando ya somos capaces de no aferrarnos a él, cuando no se espera resarcimiento y somos capaces de aceptar la pérdida y/o la carencia.
    Quizás detrás de ese perdón se busca encuentro, el amor, lo perdido… pero ese ya no es su momento y cuál mariposa ya se ha posado en otro lugar.
    Lugar que nos espera, ¡Ahora!

    1. Hola Silvia…
      Qué bonito lo que compartes. Realmente, como dices, tras el perdón y tras todo lo demás, buscamos amor y saber.
      Ahora, ll lugar que nos espera, que siempre está, el único que verdaderamente existe.
      Gracias por tus palabras,
      Un abrazote

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