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MUNDO EXTERNO Y MUNDO INTERNO

Generalidades

Los objetos que colman nuestra percepción tienen básicamente dos orígenes, el mundo Externo y el Interno. En cada uno de ellos hay multiplicidad de variantes y categorías, lo que hace que el conocimiento y el aprendizaje sean prácticamente infinitos.

La información que reside en ambos mundos puede catalogarse como real, pues evidentemente existe, tenemos experiencia de ella. Sin embargo, cada uno tiene características propias que los diferencian claramente.

Mundo Externo

Cuando percibimos el mundo externo se acoplan los cinco sentidos con la mente. Entonces detectamos forma y color con la vista, sonido con el oído, tacto con la piel, gusto con la boca y olores con la nariz.

Este es el mundo que más experimentan los niños y las niñas entre 0 y 8 años aproximadamente, hasta la integración del «sentido protagónico» en la cognición. 

Su atención se proyecta a través de cualquiera de los 5 sentidos hacia los objetos materiales que conforman el mundo y les permite aprender de ellos.

La frontera sensoria

Separa los mundos interno y externo y es necesario traspasarla para ir al mundo interior o salir al exterior.

Mundo Interno

Existen objetos de percepción que son conocidos sin que se requieran la intermediación de los cinco sentidos físicos. Es el caso de las emociones y los pensamientos en sus diversas variantes y gradaciones. Le llamamos Mundo Interno, porque su génesis opera dentro de la frontera sensoria que el cuerpo físico establece. 

La información del Mundo Interno no tiene la posibilidad de ser medida con aparatos o sondas ajenas al propio perceptor, pues no irradian termodinámicamente. Así entonces, cualquier comprobación de su existencia es puramente subjetiva. 

Este mundo empieza a hacerse más intenso en niños y niñas después de los 8 años aproximadamente, cuando el «sentido protagónico» empieza a instaurarse en la cognición. La identificación con los pensamientos y las emociones empieza a ser mayor y también entonces, la posibilidad de conocer la “vacuidad” interior. Es por eso que esta edad es una edad propicia para integrar la práctica meditativa a través de juegos en la cotidianeidad del mundo infantil.

Los objetos internos a los que nos referimos son inestables, cambiantes e impermanentes como lo son los del Mundo Externo. Sin embargo, en el Mundo Interior existen dos actividades que cumplen con el requisito de no poder ser medidas, pero que desde nuestra perspectiva son profundamente estables, más que cualquier otra cosa, estas son el Amor y la Conciencia.

El Amor y la Conciencia

Por esta razón, el Amor y la Conciencia no pueden catalogarse como objetos sino como entidades continuas sobre las que flota la información que constituye el universo entero, tal como las olas, las burbujas o las diversas corrientes marinas son todas ellas agua.

El Amor y la Conciencia son la base de todo cuanto existe y se transforman en la estructura material e ideal que conforma el universo, tanto en el mundo Externo como en el Interno.

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