Los cuentos esconden variopintas enseñanzas a las que el niño se acerca y que aprende sin ni siquiera notarlo. Por ello, son una herramienta educativa excelente para poder indagar y conocer el mundo interior de los niños.
A través de estos, pueden transportarse a universos inimaginables e incluso ponerse en el papel de diferentes personajes, ya sean animales, héroes, etcétera.
Los cuentos que se plantean aquí crean una conexión con esos mundos imaginarios permitiendo que el niño los haga suyos. Reaccionará por empatía con ciertos personajes o ciertas historias y de esa manera, por imitación y cercanía, podremos distinguir la naturaleza esencial de la mente del niño, cómo funciona, qué recursos posee.
Lo importante no es solamente contar el cuento sino que, a través de preguntas, es necesario crear un diálogo con los niños. Debemos aprender a advertir y registrar sus opiniones buscando las cosas que son importantes y relevantes en sus comentarios.
De ninguna manera se deben juzgar las opiniones de los pequeños y debemos ser cuidadosos en los paralenguajes que los adultos utilizamos mientras escuchamos, sin direccionar con ellos un tipo de respuesta específica.
Con estos cuentos podremos observar el sentido de culpa, de sufrimiento, de resolución de conflictos, de resiliencia, de empatía y compasión, etcétera. Son cuentos que podemos crear los adultos basados en vivencias propias, en otras biografías, en las inquietudes que los niños muestran en la escuela, el hogar u otros ámbitos y sirven para hacer un seguimiento del desarrollo y maduración de la mente de ellos.
Son cuentos que se pueden volver a contar pasado un tiempo, ya que lo más seguro es que sus respuestas cambien a medida que su mundo interior se vaya estructurando. Debemos estar atentos a las diferencias en las respuestas que dieron en un tiempo y las que dan tras pasar unos días, meses o años, pues esto será lo que nos indique en qué universos navega el mundo interior de nuestros pequeños.