La práctica meditativa planteada por el modelo advaîta no se basa en actitudes comportamentales o ritualisticas sino en el desarrollo eficiente de la Atención. Es por ello que la práctica meditativa más que una asignatura de escuela o un hobby ha de plantearse como una actitud de vida.
Una correcta práctica meditativa inicia recién cuando la mente se establece en lo que solemos coloquialmente denominar como «Concentración»; es decir, cuando la atención se proyecta según los cánones correctos de percepción ya sea en el Mundo Externo como en el Interno.
Los y las peques naturalmente y hasta los 7-8 años tienen una atención más eficiente que en edades más adultas; esto es, su capacidad de permanecer continuamente «concentrados» es mayor. Es por ello que en esos primeros años la capacidad de aprendizaje es muy alta (aprendemos a caminar y se desarrolla motricidad gruesa y fina, igualmente se desarrolla gran parte del lenguaje, al igual que se establecen relaciones con la propia identidad y el entorno, etcétera).
La «Concentración» en el infante favorece modalidades de aprendizaje que no se extienden a otros modos cognitivos aún más eficientes que sí debería desarrollar una persona adulta y que se asocian con la meditación. El desconocimiento de la mente impide al adulto contactar con formas de aprendizaje superiores y más eficientes, con la obtención de certezas más firmes y profundas debido a la falta de gestión de la propia Atención.
Para demostrar la eficiencia mental de un infante basta acercarse mientras está absorto pintando, bailando, leyendo o jugando y pedirle que cierre los ojos mientras le preguntas si aparecen recuerdos o contenidos mentales en su interior; la respuesta más probable sea NO.
Podremos incluso investigar esta misma experiencia e intentar darle sentido preguntando si el mundo interior asume la condición de vacío, negritud, calma, quietud o una frase similar que también el infante puede usar para definir su propio estado mental.
Por ello, desde la tierna infancia es posible indagar, navegar e investigar en los matices de lo que más adelante, como adulto, le permitirán comprensiones más equilibradas y profundas mediante la práctica meditativa, lo que le llevará a rozar la experiencia de descubrir lo infinito en sí mismo.
La práctica meditativa conlleva una correcta gestión de la Atención Eficiente, así como el fluir en las Habilidades Internas y Externas.