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Es maravilloso cuando ha pasado un tiempo desde la última vez que leíste un libro y “por casualidad” vuelve a caer en tus manos.

Así me ocurrió el otro día cuando disfrutaba con una amiga de una tarde de piscina y sacó de su bolsa el libro de “Diálogos con Sesha” . Sesha (2015), España, AFVAS).

Seguramente os haya ocurrido también alguna vez, que abres al azar el libro y sorprendentemente caes en el trozo de texto que responde a preguntas del momento. Según abrí el libro caí en esta pregunta que algún estudiante hacía a Sesha:

La cosa es que un par de días antes una educadora me preguntó sobre si conocía algún libro, técnica u otro material de referencia para poder enseñar a meditar a l@s más peques. Así que cuando vi esta pregunta, me produjo risa porque al final, nada en la vida es casual………

Sesha a esta pregunta responde lo siguiente:

Puesto que todo el desarrollo personal y pedagógico que he elaborado hasta ahora viene de la fuente de la filosofía (advaîta) que durante años ha occidentalizado Sesha, comparto la respuesta que da pero quisiera añadir alguna cosa más.

La correcta práctica meditativa no tiene base en actitudes comportamentales o ritualísticas específicas sino en el correcto manejo de la atención. Los inicios de una práctica correcta se sostienen en actitudes similares a cuando estamos concentrados, es decir, cuando la atención se proyecta tanto al mundo externo como al interno de manera estable y cuando madura, de manera continua.

La atención es inherente al ser humano como lo son los brazos, los ojos, el tacto, el gusto, etcétera. la atención no se produce; la atención es previa a todo.

Intentar que alguien permanezca atento/a es como intentar que las flores broten en la primavera, o sea, absurdo, porque queramos o no, son actividades naturales.

Todas las personas poseemos atención, lo que ocurre es que con el desarrollo cognitivo y madurativo del sistema nervioso la capacidad de permanecer atentos/as va menguando.

Lxs peques naturalmente y hasta los 7-8 años tienen un tipo de atención más eficiente que en edades más adultas, es por eso que en esos primeros años la capacidad de aprendizaje es altísima (aprendemos a caminar, desarrollamos el lenguaje, desarrollamos relaciones con nuestra identidad y el entorno, etcétera).

Digamos que en esos primeros años ya tenemos muchos atajos que conducen a una correcta práctica meditativa y solamente debemos aprovecharlos.

Para mostrar los primeros inicios de la práctica, basta acercarse a un niño o una niña mientras está pintando, bailando, leyendo, jugando, etcétera, pedirle que cierre los ojos y preguntarle qué hay en su mente. Preguntarle si tiene contenidos mentales.

Lo más probable es que su respuesta sea NO.

En esa situación, no debemos insistir más pues ya les estamos dejando la primera semilla que podremos ir cultivando en los siguientes días, meses o años.

Con el paso del tiempo podremos investigar en esa misma experiencia  preguntando, por ejemplo, qué hay si no hay contenidos mentales. La respuesta entonces será que lo que hay es nada, vacío, negritud, calma, quietud o como lo defina cada cual.

Ahí podremos entonces indagar, navegar, investigar en los matices de lo que perciben sabiendo que esta experiencia es el primer peldaño de infinitos más y más profundos, para allegar a experiencias cognitivas de una estabilidad, eficiencia y naturaleza absolutamente maravillosas.

Esto es mucho más trascendental que cualquier otro aprendizaje que otorguemos a lxs educandos y no se trata de practicar en momentos aislados y predeterminados del día, sino que pueden hacerse en cualquier momento porque en definitiva, no buscamos ratitos de atención sino que buscamos vivir en atención.

Pero eso sí, esto no servirá de nada si las personas adultas no nos hemos iniciado en este tipo de búsquedas del mágico universo interior.

*Foto de cabecera: Iban Pagalday

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Los niños son la parte más saludable del planeta, en verdad son nuestros maestros, pues su mente no se mece en las inclemencias emocionales de los adultos. Un bello artículo que abre las puertas a la infinidad de inquietudes sobre la meditación en los menores.

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