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Asistente: ¿Los niños pequeños tienen conciencia de sujeto?

Sesha: No como en los adultos. En un adulto el sentido de yo está fuertemente estructurado, en un niño no. La mente de un niño, en razón de su naturaleza, le hace ver el mundo de otra manera. Cuando nacen, su historia personal es inexistente, y el aroma de esa condición les hace permanecer en un estado de bienaventuranza por algunas semanas. La mente en ellos reacciona sin condicionante alguno, fluye con el presente y se embebe de la intensidad del existir. Pareciera que estuvieran en Concentración continua.

Luego, con los meses y años, empieza a desarrollarse la mente y los sentidos, pero su ausencia de sentido yoico firme les permite aún reaccionar de manera espontánea y natural, asimilando dicha experiencia a variados estados de Observación. Ello les permite mantener la inocencia y que su nivel de aprendizaje sea muy alto. Mientras la historia personal no empiece a forjarse de manera clara, la comprensión personal será precaria, y la mente del niño seguirá limpia con su corazón tranquilo.

Ya por los ocho o diez años, el sentido de yo empieza a instaurarse convenientemente como fuerza motriz en su mente. Allí termina la tranquilidad de la mente e inicia la pugna por la vida. La voluntad se convierte en el motor de la mente, llevando al niño a una conformación completamente individual. La razón dialéctica se desarrolla y con ella la duda. El sentido de futuro nace y la prevalencia de los recuerdos y de la historia se hace constante.

Cuando se conforma la historia personal inicia la madurez del sentido del yo. La mente empieza a madurar hacia el estado de individualidad generando la confusión propia de la adolescencia. El mundo ahora se plantea bajo una propia y personal perspectiva; la rebeldía de dicha edad empieza a notarse cada vez más. Ahora necesitan aprender por ellos mismos. Entonces inicia la percepción secuencial racional, la que aún no están acostumbrados a realizar. Tienen que empezar a hilar por ellos mismos las ideas; nacen conscientemente la lógica, la envidia, el miedo y la pasión. Ahora, creyendo que piensan en propiedad, se asumen inteligentes. Tienen la potestad de criticar y ver el mundo desde su nueva y peculiar forma de ser.

Ya a los catorce años han olvidado lo que es observar los pensamientos o sumirse en el deleite del mundo que les rodea. Empiezan a surgir las tendencias personales, aquellas con las cuales responderán mayormente en su vida. Si alguna de estas tendencias se reafirma en positivo con la educación previa, entonces se sostendrá, de no ser así, tendremos en casa a un pequeño monstruo que nada sabe de la vida. Las tendencias kármicas que estructuran sus reacciones psicológicas arriban a la mente, dotando al adolescente de cualidades propias, incluso divergentes a la educación propuesta durante años. Finalmente ninguna mente puede escapar a lo que es su propia historia, los propios samskaras1.

1 Conjunto de tedencias que conforman no solamente la herencia física sino también los hábitos mentales más firmes.

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