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Conozco poco del mundo de las Artes Marciales pero la antigüedad de su origen ya me invita a pensar que sus raíces han de tener una base trascendental.

Puesto que es un tema que ignoro, pedí a mi amigo Gorka Huarte que me escribiera algunas ideas sobre este interesante mundo.

Gorkita practica aikido, al igual que Eloy, un compañero de camino de Brasil. El aikido es un arte marcial más o menos moderno que aúna diversas disciplinas clásicas y tradicionales de Japón, con armas, lucha, etcétera. A su vez, los dos llevan la mitad de la vida estudiando los fundamentos teóricos y prácticos de la filosofía vedanta advaîta sistematizados por Sesha.

Su naturaleza buscadora y curiosa, les ha llevado a encontrar similitudes y puentes entre ambos universos.

Una de las características del aikido como arte marcial es que las técnicas han de realizarse en el menor tiempo, menor espacio posible y con el mínimo gasto físico, energético, etcétera. Es decir, las reacciones para neutralizar al adversario han de ser EFICIENTES.

Además de esto, el aikido, el karate, y otras artes, plantean un concepto absolutamente trascendental cuya significancia real la mayoría de practicantes desconoce.

Este concepto es el llamado ZANSHIN, que traduce como ATENCIÓN TOTAL.

He aquí las dos cualidades que convierten al arte marcial en una práctica de meditación en la acción tal como lo plantea el sistema advaîta-Sesha.

Desde este punto de vista, el arte marcial adquiere un carácter mucho más profundo y transformador del que se imparte en muchas escuelas, las cuales ponen al esfuerzo y la disciplina por la obtención de una meta específica (cinturón negro), como los pilares básicos del aprendizaje de este arte.

A un buen Samurái en el instante de la lucha poco le importa el color del cinturón que lo categoriza, ni el esfuerzo que ha hecho para obtenerlo. Tampoco le importan la disciplina y los valores aprendidos. Lo único que en ese instante vale la pena es permanecer en atención total, en Atención Eficiente, en Zanshin.

Así entonces, el Samurái despierto, ecuánime, libre del temor a morir y de la sed de matar, solamente atiende a las demandas del Presente que le toca vivir. Su mente queda quieta, concentrada, silenciosa, en una alerta carente de tensión, experimentando la libertad que provee desalojar al «sentido protagónico» de la acción que se ha de ejecutar.

El mejor conocimiento que un maestro de artes marciales puede transmitir a sus discípulos,  es mostrar que existe una actitud cognitiva desde donde observar el mundo mas allá de la cabalgante inquietud mental y que desemboca en formas de cognición que llevan a la Libertad total.

Esta es la habilidad marcial. Un sendero hacia la transformación interior.

*FOTO CABECERA: Gorka Huarte. En el Dojo

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