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Hace unos días tuve ocasión de compartir ratos con personas maravillosas que conocía de compartir internados de meditación, etcétera.

Anteriormente quizás no habíamos compartido en profundidad, es decir, “no nos conocíamos mucho”.

La verdad, las relaciones fueron muy sencillas, hubo charletas, “sincericidios”, bromas y risas varias.

En un rato de intimidad empezamos a hablar sobre qué hábitos y habilidades reconocíamos en nosotras y nosotros.

En una de estas, analizando a una compañera y en el tono de “humor vacilón” que a veces uso en entornos de confianza y respeto, le dije que su hábito era el de “ir de listilla”.

A veces la información dicha de una manera impacta pero abre una brecha que de otra manera no se da.

Tras el impacto maticé la información y expliqué qué quería decir con lo de “listilla”.

Esta chica en concreto es de una sensibilidad preciosa. Intuitiva, amorosa y asertiva. Tiene unas cualidades pedagógicas y de terapeuta muy elaboradas e integradas. Pero su infancia no fue fácil, al parecer y tuvo que convertir sus habilidades de Inteligencia emocional y acausal en hábitos más “aceptados” de naturaleza intelectual.

Es una mujer inteligente en los tres mundos, pero cuando se le oye hablar, se huele de lejos que su fuerte no está en la dialéctica sino en la Intuición, en el saber por impacto, inmediato, vivo y que responde al presente.

Hoy me ha enviado la reflexión que elabora tras aquel día y que con su permiso, comparto aquí. Las anécdotas siempre sirven para tener referencias y en definitiva, sentir que nuestro mundo interior ni es tan raro, ni estamos tan solos y/o solas.

Esta es su reflexión…

¿A dónde me está llevando el hábito de “listilla”?

A raíz de escucharlo me bajó información que me pareció muy interesante. Nada nuevo, pero que en la actualidad cobra otra dimensión, y me está sirviendo mucho.


El hábito de “listilla” me ha llevado a otros hábitos. Lo veo como una consecuencia del hábito de decir a terceras personas lo que tienen que hacer, ya que de pequeña por la situación familiar, lo tuve que hacer mucho y acabé reforzando un patrón que aún arrastro.
En una época en la que mis padres estaban muy perdidos, me tocó hacer de mamá y papá de mis tres hermanos y a la vez, psicóloga de mi madre quien me contaba todo y pedía opinión sobre sus problemas. En la misma época, muy a menudo por cierto, cuando se ponía nerviosa me pegaba. ¡Vamos, un despropósito!

Muy cuerda estoy para todo lo vivido, la verdad…

Lo que reconozco viendo esto es que la sensibilidad e intuición que tenía, me hacían percibir muchas cosas pero no tenía ni vocabulario, ni tampoco la credibilidad del entorno, así que me sentía más sola que la una en ese mundo.

Tiempo después, la dislexia me llevó a crear otro hábito: “pensar que soy poco lista y que los demás lo verán, así que intento esconderlo con el vocabulario, la dialéctica, así me gano la confianza de los demás y hacen lo que les digo”.


Mandarte estas palabras me hacen conectar con esta creencia, así que es muy potente el hábito.

Si busco la habilidad, me viene la humildad y a la vez me genera desconfianza y me resta fuerza. Así que tengo que mirar de modularla. Así lo siento…
Bueno quería explicarlo en voz alta y de paso agradecerte que estés.
Me inspiras muuuucho compañera.
Mujer sin límites, así te percibo.

Con límites aún me percibo, querida y amorosa “listilla”, en los mundos de la dualidad, pero ahí le andamos, algún día nos percibiremos entrelazadas…

Gracias, te llevo en mi corazón…

*FOTO CABECERA: Yvonne Muñoz Lefevre (¡gracias bonita!)

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