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Soy Jade, psicóloga Perinatal y madre de un renacuajo encantador. Desde siempre me han llamado mucho la atención los misterios que rodean el embarazo, parto y puerperio y es por este motivo que tengo facilidad para entender y saber lo que es necesario en este fabuloso camino de la crianza.

Desde la psicología se contempla que a lo largo de la vida existen diferentes momentos en los que tenemos más posibilidades de crecer y madurar, desarrollando también mayor plasticidad neuronal. Por ejemplo, cuando cambiamos de infantil a primaria, cambiar de país y/o cultura, etcétera. Estos son los que en neuropsicología infantil se conocen como “periodos sensibles”. Estos periodos son momentos vitales en los que el cerebro está preparado para aprender cosas determinadas y específicas como, por ejemplo, la aparición del juego simbólico alrededor de los 2 años de edad.

Teniendo en cuenta esta teoría considero que la maternidad es, en sí misma, un momento crucial para la reestructuración personal, sin importar en el momento vital en el que acontece. Mi teoría es que existen cinco periodos sensibles de la parentaidad (paternidad y maternidad):

  1. Búsqueda del hijo

  2. Embarazo

  3. Parto

  4. Postparto

  5. Destete.

Estos periodos pueden darse de manera distinta en el padre que en la madre. Puesto que mi experiencia es la de la maternidad, hablaré desde esta perspectiva.

1.- Referente al primer periodo sensible, la búsqueda del hijo (consciente o inconscientemente) es el primer momento de cambio.

Es el momento de crear el nicho donde criar al futuro bebé. Aquí pueden aparecer los primeros duelos si nos aferramos demasiado a la vida que hemos llevado hasta el momento. Socialmente se considera que la llegada de un hijo/a cambia el modo de vivir por completo, coartando así la falsa libertad en la que creemos vivir.

Por supuesto, esto no es cierto. Si este anhelo de supuesta libertad no se resuelve con normalidad y se enquista, puede producir angustia durante el resto de procesos de la maternidad.

Es importantísimo realizar el primer paso: allanar el terreno físico, corporal y mental para la bienvenida del nuevo ser a la familia. Si no se ha podido hacer con anterioridad al embarazo, es conveniente hacerlo durante él.

2. Durante el embarazo tomé contacto y me afloraron momentos y miedos de mi propia infancia, algo estudiado mucho desde la rama psicoanalítica de la psicología. Podemos aprovechar esto para recolocar y resolver muchas de las cosas que no pudimos gestionar en la infancia.

No sólo eso, en el caso de la mujer, nos aparecen cambios hormonales y estructurales que nos abren una puerta para aprender a gestionar mejor nuestros procesos emocionales y nuestra imagen.

Desde mi punto de vista, he de decir que todos esos cambios físicos innegables nos ayudan a sacar a la luz más fácilmente nuestros hábitos más comunes y arraigados; de la misma manera nos conectan con nuestras verdaderas habilidades y con una mayor creatividad.

Es emocionante porque dejamos de tener el control mental de todo y comienza a hablar nuestro propio cuerpo: grandísima oportunidad para observarnos y conocernos de nuevo. Gracias a este evento pude darme cuenta de lo poco que me satisfacía mi propio trabajo y sentí que estaba desperdiciando mis habilidades.

3. A medida que se acercaba el parto me surgió el miedo a la muerte y al sufrimiento. Si has ido a preparación al parto sabrás que hablan sobre lo que te va a doler el parto y que enseñan las diferentes técnicas de respiración para soportar el dolor. Incluso socialmente ya nos preparan para eso, hasta la Biblia nos advierte: “parirás con dolor”. Y yo digo, ok, sí. Me dolió, no lo voy a negar. Sé que existe el parto sin dolor, lo he leído y estudiado. También conozco el parto orgásmico. No fue mi caso. Eso sí, ha sido la mejor experiencia de mi vida. No me salen las palabras para definirlo, el parto es… ¡magia!

Comencé el proceso con miedo a sufrir y que el bebé sufriera. El miedo desapareció en cuanto me atendió la primera matrona. Lo más importante del parto es sentirse segura y rodeada de gente en la que confías plenamente. Si esto se hace bien, toda tu atención puede centrarse en el proceso del propio cuerpo y las hormonas comienzan un fabuloso baile que te acompaña en la bajada del bebé por el canal del parto.

Esta focalización atención produce un trance, un estado mental diferente al que conocemos que nos hace olvidar el sufrimiento. Es maravilloso. Duele, sí, pero no sufres por ello. ¡Qué descubrimiento!: la atención puesta en aquello que debe atenderse en ese momento produce una tremenda liberación de YO. Éste ha sido el mayor aprendizaje de mi parto.

4. Y, después de esta experiencia culmen, llega el periodo más difícil que he pasado hasta el momento: el postparto.

Todo el mundo quiere conocer al recién llegado. Quieren verlo, tocarlo, cogerlo… Y no hay muchas ganas de visitas, estamos cansadas/os, exhaustos/as y todavía no conocemos al bebé.

Mi consejo: en este periodo necesitamos un espacio donde estar tranquilas, sin visitas de ningún tipo (a no ser que verdaderamente te apetezca ver a alguien en concreto). Bajo mi experiencia, nada de visitas hasta que estés recuperada y puedas salir sin problemas a la calle. Tu casa es tu templo, no permitas que lo invadan, es muy importante estar y sentirte arropada en tu propio hogar. Es tu refugio.

Durante el parto y el postparto la pareja tiene un papel muy especial: debe procurar la seguridad de la díada (madre-bebé) para que puedan reconocerse y vincularse, para generar las bases de un apego seguro y preservar la lactancia materna.

En esta etapa la dificultad reside en encontrar el equilibrio. Aparece una entrega tan pura al bebé que, a la larga, te olvidas de ti misma. En este caso me sirve mucho tomármelo con humor.

Intento utilizar el juego y el canto para poder ocuparme de mis atenciones básicas mientras estoy con el peque. Pero es cierto que no siempre encuentro la manera. Sobre todo intento no castigarme por lo que no sale. Estoy aprendiendo a no generar expectativas sobre lo que va a pasar cada día. Se trata de navegar sobre el presente de manera constante… ¡qué bien sienta cuando sale!

En la preparación al parto ya me avisaron de que sería duro, que el postparto es un periodo de transición difícil. Es el duelo de dejarte a un lado por completo y aquí el ego sufre hasta que se recoloca en el sitio que le corresponde. Merece la pena cada vez que ves la cara de tu precioso bebé mientras duerme, mama o sonríe.

Algo que no he comentado todavía y es crucial para cualquiera de los periodos sensibles mencionados es la comunicación con la pareja. No lo he comentado antes porque me parece obvio que la comunicación debe estar siempre presente, pero es cierto que en estos periodos tiene una recalcada importancia. Todo es nuevo y es necesario aprender a pedir lo que necesitas. Al principio es costoso porque nos sentimos un poco desubicadas, pero da mucha tranquilidad sentirse acompañada por la persona que tienes al lado y notar como todo sale fluido.

5. Como último periodo he querido contemplar el destete, ya que se trata del primer paso para comenzar a dejar volar a tu hijo/a, el primer paso para comprender algo tan importante y crucial como que tu hijo/a no es propiedad privada. No puedo hablar mucho más sobre esta experiencia porque todavía no la he vivido, pero sí me parece importante recalcar una frase que encontré en un hospital al realizar una de las visitas rutinarias durante el embarazo y que también podéis encontrarla en este link del blog: https://educacionyatencioneficiente.com/2018/12/18/hijos-de-el-profeta-de-gibran-jalil-gibran/

Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.

No vienen de ti, sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas
viven en la casa de mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos
semejantes a ti
porque la vida no retrocede
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero
sea para la felicidad
Pues aunque Él ama
la flecha que vuela,
Ama de igual modo al arco estable.”

KHALIL GIBRAN

Durante la crianza cualquier momento es bueno para aprender y comprender. La Atención Eficiente no tiene, en si misma, periodos sensibles, puede utilizarse para aprender en cualquier momento de la vida.

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