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El término Samadhi de esta práctica no se refiere a la experiencia del Estado de Conciencia, sino a un tipo de ejercicio que busca adquirir destrezas en el ámbito de la experiencia no-dual.

En esencia, la práctica de Samadhi busca evidenciar la cognición no-dual. Intenta fracturar la frontera que existe entre, la significancia interior que el «sujeto» conforma, a la que denominamos «nombre», respecto a la representación sensoria externa que el «objeto» posee, a la que denominamos «forma».

El «nombre» es una cualidad interior que mentalmente se otorga a las sustancias externas «formales». Por ejemplo, al observar la «forma» de una montaña inmediatamente relacionamos esta con el «nombre» ideal que solemos asignarle. Las «formas» son expresiones de las sustancias materiales, los «nombres» son expresiones de las sustancias ideales. La coincidencia entre «nombre» y «formas» explica el proceso dialéctico que opera en la mente.

La práctica de Samadhi consiste en que «nombre» y «forma» se integren, rompiendo la frontera existente entre los mundos material e ideal, sin deshacer las sustancias materiales ni las ideales. Se asemeja esto a la pérdida de frontera que adquiere una gota de lluvia que cae al océano. La gota introducida en el océano no desaparece, simplemente se integra en el océano mismo que tampoco desaparece.

La mente suele diferenciar «nombre» de «forma», lo que lleva a la diferenciación del mundo ideal y el material. A su vez, ello conlleva a la existencia de la dualidad «objeto-sujeto». Para romper la dualidad «objeto-sujeto» sin anular ningún tipo de sustancia se requiere de la percepción no-dual.

¿En qué consiste el ejercicio?

El ejercicio consiste en situarse cómodamente frente a un objeto, por ejemplo, una montaña. Mientras se la observa visualmente de manera atenta, se debe repetir en voz alta, la palabra montaña una vez tras otra sin parar durante varios minutos. El significado de la «forma» visual es la montaña; la significancia interna es el «nombre» “montaña”. A través de la significancia definimos lo que visualmente representa el objeto. El «nombre encierra la forma» y a la vez la «forma delimita el nombre».

La repetición constante de la «forma» montaña acabará escindiendo la significancia ideal del «nombre» montaña. Cuando ello ocurra la percepción cambiará y el perceptor se situará en todo el Campo de Cognición, induciendo la aparición de la cognición no-dual.

El ejercicio debe realizarse en actitud correcta, es decir, en Atención Eficiente, pues de no ser así, se volverá en un automatismo de la percepción dual.

Si se hace correctamente, se empezará a advertir que las fronteras, los límites de los objetos, empiezan a diluirse para integrarse con los objetos restantes del Campo de Cognición. Se notará que los objetos siguen existiendo, pero la percepción desde un estado de Conciencia no-dual. Quien lo logre advertirá la disolución de la identidad personal, expandiéndose en todo aquello que se percibe.

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