Agustina también participa en el curso de Educación y Meditación. Es de…
Todo juego de atención eficiente tiene como fin el ingreso a la «concentración» y de allí a su simetría interior: la «vacuidad». También el juego de atención eficiente detecta las diferencias de estabilidad y equilibrio de la mente antes y después del ejercicio.
La «vacuidad» acontece en el mundo interior y surge cuando la atención es eficiente. Su característica más significativa es la carencia de contenidos mentales, ya sean estos de naturaleza racional (pensamientos) o de naturaleza emocional (sentimientos).
A medida que la experiencia de la «vacuidad» interior se afianza, los sentidos físicos (vista, oído, gusto, etcétera) se apagan lentamente hasta finalmente desconectarse. La «vacuidad» requiere de similar gasto nervioso al proceso de la «concentración», razón por la cual posee una identidad con ella. Gracias a esta condición es muy fácil pasar de la «concentración» a la «vacuidad» y viceversa.
La «vacuidad» es una actividad cognitiva que induce la ausencia de todo contenido mental, lo que lleva a reconocer una realidad interior carente de forma, sin color específico, profundamente homogénea y sin límites ni fronteras.
Antes y después de iniciar la práctica debemos plantear que el grupo observe cómo funciona su mente, que noten la actividad que opera en ella. La más mínima insinuación de colores, formas, diferencias, etcétera, que aparezcan a la luz de la conciencia y sobre la pantalla mental, indicará que aún no se afianza la «vacuidad».
Debemos llevar a los participantes a «concentrarse» en el juego propuesto. El monitor debe dar suficiente tiempo de juego para que la mayoría del grupo se sumerja en él. A criterio del monitor se debe detener la práctica en el momento adecuado. Inmediatamente debe llevar al grupo a que la percepción se vuelque exclusivamente al interior, preguntando a los estudiantes si en ese instante aparecen pensamientos o contenidos mentales.
Ya situando al estudiante en la «vacuidad», es conveniente mostrar sus diversas características. El ejercicio bien hecho permitirá advertir en la mayoría de los estudiantes la unidad de criterio que ofrece la experiencia interior de la «vacuidad».
JUGAMOS CON EL RITMO
Edad: a partir de 5 años.
Número de participantes: Indistinto.
Objetivos:
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Desarrollar la Atención Eficiente a través del sentido del oído..
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Reconocer la «concentración externa» y la «vacuidad interior».
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Reconocer que en la «concentración externa» el protagonista desaparece de la cognición.
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Reconocer que en la «vacuidad interior» todo contenido mental desaparece de la cognición.
Pautas y materiales:
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Un timbal, darbuka, tambor o cualquier instrumento de percusión.
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El ejercicio se hará en silencio y con los ojos vendados. (Necesaria venda o antifaz).
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Los participantes estarán sentados ocupando un espacio interior o exterior
Desarrollo:
Quien dinamiza inicia la práctica emitiendo sonidos o ritmos básicos con el instrumento de percusión que serán imitados por el grupo percutiendo en sus piernas o con las palmas. Cuando el grupo está sincronizado y quien dinamiza lo considere oportuno, la melodía se realizará al mismo tiempo entre grupo y monitor, todos al unísono.
Haremos la dinámica en intervalos de 10 minutos y en cada descanso podemos hacer preguntas como:
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¿Hay contenidos mentales?
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Describe lo que percibes en tu mundo interior.
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¿Está la mente diferente a antes del ejercicio?
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¿Es la atención ahora más estable?
Finalmente, el grupo permanecerá unos minutos en silencio y con los ojos cerrados. En el caso de que sean niños, con 5 minutos será suficiente; en adultos se podrá alargar la práctica hasta 30-40 minutos.
*Variantes: Se emiten sonidos con diferentes elementos: palmas; dos piedras; cajitas con granos de arroz, etc. El dinamizador o dinamizadora de viva voz define qué elementos entran, cuándo y cómo.
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